Aquí estamos en nuestro último día bostoniano y notamos que, poco a poco, con la edad, nos vamos acomodando en los viajes. Hay que decir que estamos alojados en Somerville, un pueblo de las afueras de Boston pero bien comunicado por 2 líneas de metro. Nuestra bendita suerte ha querido que ambas estén en obras, cerradas con reapertura programada para el día que nos vamos de Boston.
Así que después de pelear con los autobuses el primer día al llegar del aeropuerto hemos sucumbido a Uber.
El día ha comenzado con una sorpresa, al salir del hotel para desayunar han llegado un camión de bomberos y una ambulancia...

Cómo la fuerza de atracción del desayuno del Dunkin donuts es mayor que la ejercida por los vehículos, no hemos parado a ver que sucedía. Todo era calma, no había humo, los de recepción tampoco mostraban preocupación. Hemos seguido con nuestro plan preestablecido.
Por cierto, la densidad de Dunkin donuts por kilómetro cuadrado es muy notable. Los hay en cada calle o manzana.
Hoy nuestro primer objetivo era visitar el campus de la Universidad de Harvard, y cual Cayetano, hemos cogido un uber desde el Dunkin donuts hasta allí
Hoy es domingo, estaba todo tranquilo, sosegado, con sus edificios de ladrillo rojo y sus jardines.
Hemos tocado el pie de John Harvard, como hacían todos allí, suponemos que es para que ayude en futuros exámenes, aunque sean de conciencia.

Una visita al museo de ciencias naturales donde se reconocen reproducciones de políticos españoles. Aquí una muestra.
Después, como si fuéramos alguno de ellos, con varios Masters y carreras nuevos en el currículum, y alguna cerveza en el estómago hemos partido hacia nuestro siguiente destino.
Salem, del "sympathy fot the devil" de los stones al "Pentagram gift Shop".
Es una ciudad famosa porque a finales del siglo XVIII durante varios años, se produjeron una serie de acusaciones de brujería entre sus habitantes seguidos de juicios y ejecuciones.
Vamos un culebrón digno de una serie de netflix. Celos, traición, histeria colectiva y muertes.
De esto sólo quedan un par de casas de algúnos jueces reconstruidas, y alrededor miles de tiendas, souvenirs, ropa, museos, mercachifles, tarotistas y pitonisos. Todos con nombres esotéricos eso sí.
Me parece que no me ha gustado demasiado esta visita.....
Para compensar de vuelta en Boston nos hemos deleitado con una cena italiana en el restaurante Regina

Vuelta al hotel que dejamos rodeado de los servicios de entre emergencia. Parece que sigue en pie.
Mañana Nueva York.
PD: Hace 3 años en Omsk vimos a la selección española de Baloncesto ganar el mundial. Hoy no hemos podido ver como ganaba el Eurobasket pero hemos seguido el partido. ¡¡¡Ningún viaje sin festejo deportivo!!!
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